martes, 22 de noviembre de 2016

COMO CUIDAR TU MOTOR TURBO EN 5 SENCILLOS PASOS

1) Emplead siempre aceite y filtros de la mejor calidad: 

Generalmente los aceites de mejor calidad suelen ser los sintéticos, que suelen tener además una mayor durabilidad en número de kilómetros. En cuanto a los filtros, son los que impiden que los residuos del aceite entren, así que sobra decir que deben ser de alta calidad.
Comprobar el nivel de aceite regularmente también es recomendable, nuestro motor puede consumir aceite y si nos quedamos sin él podrían sufrirse daños irreversibles en el motor. Si vemos que tiene un nivel bajo habrá que reponerlo, es recomendable llevar una lata en el coche. Este cuidado es común para todos los motores, no únicamente los turbo.



2) Al arrancar dejad el coche al menos 30 segundos al ralentí:

El turbo necesita una lubricación, debemos esperar a que coja un poco de temperatura, que el aceite bañe sus componentes. Esto es especialmente importante si el coche está frío. Si comenzamos el trayecto sin esperar, el sistema no se lubricará y provocará daños por rozamiento en zonas como el eje de la turbina. A largo plazo la pieza terminará por romper y tocará poner un turbo nuevo y su avería no es que sea barata, suele rondar los 1000 euros.

3) Arrancar sin pisar el acelerador: 

Es un hábito que podría llegar a cualquier tipo de motor, realmente. En el caso de los diésel se debe evitar especialmente pues sometemos a algunas partes del motor a esfuerzos más altos de la cuenta y estaremos minimizando su durabilidad a largo plazo. De por sí cuenta con piezas más pesadas y la relación de compresión es mayor. El turbo sufre mucho, pues tiene que trabajar muy fuerte sin haberse lubricado en absoluto. Lo mismo se puede decir de las demás partes del propulsor. Es recomendable arrancar, siempre con el embrague pisado (ahorramos trabajo al motor de arranque) y sin acelerar.

4) No dar acelerones ni exigir al motor en frío:

La lógica está explicada en el primer punto. Si nada más arrancar nos ponemos a cambiar a 4.000 rpm dañaremos partes del motor que no se han podido lubricar del todo, entre ellas el turbocompresor. En frío siempre es recomendable no subir de 2.500 rpm y pisar con tacto el acelerador. Si vamos a efectuar una conducción “ágil”, no sólo debemos esperar a que el agua esté en su zona óptima, el aceite debe calentarse también, para lo que debemos rodar al menos 15 minutos.

5) No abusar de las recuperaciones a bajas vueltas ni pasarnos de vueltas: 

De nuevo, es un cuidado común en todos los motores, pero afecta de manera especial a los motores turbo. Si exigimos mucho al motor desde un régimen muy bajo (por ejemplo 1.200 rpm) sufrirán las piezas. A la larga las cámaras de combustión y los cilindros sufren. En los turbodiésel podemos llegar a llenar  la válvula EGR de carbonilla, siendo necesario el recambio de esta. Los turbos tampoco están en su zona cómoda, no pueden alcanzar la presión de soplado que les hace funcionar de manera correcta.

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